11 abril 2008

Viaje a Portugal. Dia 25. Visita a Cascais

Vista nocturna de Cascais.



Desde otro angulo.


Al fondo, luces de Estoril.




Como no; en la puerta de enfrente, ponen un bacalao, que quita el sentido.

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En Cascáis mañana libre
después de fregar la casa,
-se lo dije a mi señora-,
y se muere de la guasa
que su marido atesora.

Cruzando la carretera
y las vias de los trenes,
por un tunel, ya te mueves
con ese mar a tu vera.

Andando por ser muy sano
dos kilómetros y medio,
dije andando y sin remedio
sudando mas que en verano.

En el pueblo, ya llegamos,
con otra pareja unidos,
esta muy gordo el marido
y solo dice, ¡comamos!.

¡ Antonio ¡, que son las diez
y solo hace un momento,
que tomaste tres cafés
seis tostadas, dos con beicon,
y si no es por tu mujer
todavía, estas comiendo.

Antonio, digno paisano
de este cuenta el cuento,
es un señor de dos metros
de talla, para un chaleco.

De altura, uno noventa,
por lo menos…, pesa ciento
veinte quilitos la carne
que ha de mover el sujeto.

Su señora, algo mas baja
de contorno, y es muy cierto,
tiene un gran pecho amoroso
que se mete por los ojos…,
la soprano del concierto.

Pues, decía que llegamos
los ochenta quilos míos,
los que sean de Manoli…,
-veréis que no me he atrevido-,
porque aun siendo muy osado,
me gustaría seguir vivo.

Sudando como caballos
- perdón por en parecido-,
llegamos hasta Cascáis
habiendo perdido un quilo.

Las señoras con la ropa
y regalo de los chicos,
salen pitando a las tiendas
sin dejar dicho, o no oído,
por donde estarán, mas o menos,
para buscarla el marido.

Dos horas de libertad,
la cerveza, es excelente,
el bacalao, no es sediente,
y asado,,,.¡divinidad!.

Algo de marisco hub…,
unas gambitas de ná
la cerveza por un tubo…
¡Antonio, me va a matar!.
Aunque perdimos un quilo
¿Quién se atreve ahora a pesar?.

Al fin llegaron las damas…,
es la hora de abroncar,
¿…que donde han estado ustedes…?
¿…que algo tendrán que tomar…?
las cosas que las mujeres
te dicen al regañar.

Vuelta a los pasos andados,
Emilio, ¿Qué te ha pasado
para que no comas mas?.
Es el paseo que he dado
por la orillita del mar,
y que tan mal me ha sentado.

Antonio, cierra los ojos
y mirando para atrás,
para no mostrar la risa
que lo esta haciendo estallar.

Hay que volver al hotel
con paquetes incluidos;
ahora se que los maridos
somos Agentes de Bolsa,
pues te dicen las esposas…
¡ toma la bolsa, querido!.

Nuevamente los sudores
- ahorrar en taxi , no es-,
pienso que hay que comer
y nos van a dar ardores,
sin darnos cruel paseo
para despejar vapores.

Ronco como bombardero
hasta que dieron las cuatro,
esto cuento en otro rato
porque siento el arrebato,
de que se me escape un pe--,
y esto resulta, muy feo,
si es sonoro..., y dura un rato.

Emilio.







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