26 abril 2008

Cantabria


Nueva salida en nuestro viaje por Cantabria.

Amaneció el día 27. Después de nuestro aseo personal…,
¡ date prisa, querido…tengo una urgencia!, lo normal
en estos casos;
después, el café, el chocolate...,
tostadas, bollería, algo de fiambre y corbatas de las de José Antonio.
A las 9:00, el autobús, nos esperaba en la puerta del Hotel.

Aquí os pongo algo que podéis ver, a falta de mis fotos o corrigiendo mis explicaciones.

Salimos en dirección a Santander. Esta muy cerca del Hotel, tal vez cuarenta kilómetros. Poco mas de media hora.
Directamente fuimos a ver El Palacio Real, en La Magdalena.
Un trenecillo, nos subió hasta el monte donde esta situado.
Lo hizo pasando por su parte derecha…¡ para, para, paraaaaa!, que no, que no paro ¿?????. El Palacio lo vimos solo desde el tren y sin poder pasar a su interior. Cabreo generalizado; el guía se desgañitaba, contándonos la cantidad de ventanas y puertas que tiene.
Parece ser que el pueblo ¿? de Santander- que es muy generoso-, se lo dono voluntariamente al Rey Alfonso XIII, que Dios guarde.
La gente no estaba para coñas marineras; cuando dijo el guía que lo tuvo que devolver, por no poder mantenerlo, solo tres palabras se oyeron: ¡que se …!.
El trenecillo, al fin paro. Lo hizo en un pequeño zoo en el cual retozaban sin mucha ilusión algunas focas, pingüinos y algún animal mas de frigorífico.
Tomamos las vistas correspondiente de los animales, de las replicas de las carabelas y de una balsa con la cual, un loco de los mares, atravesó el atlántico. Creo, no aseguro, que se llama ¿Vital Haza?.

El monte de La magdalena, se siente abrazado por la playa de El Sardinero y la playa de La Magdalena…-mucho protagonismo, Magda-,
nos contó nuestro acompañante, que una leyenda dice algo de una cabeza que rodar cortada, formo la playa de El Sardinero. Yo creo que exageran. Seria mejor que la mía. Desde la salida por el istmo, en una montaña situada al frente, se ve un Hotel. Parece ser que guarda relación con ese señor, que concede hipotecas en un gran banco.
Como no llevábamos suelto, no pasamos al Casino.


Vuelta al bus. Ya habían dado las doce…”el que a las doce no ha bebido, el diablo se lo encuentra en el camino”. Mal asunto, el guía no esta por la labor.
Ahora el bus, - no el presidente-, entra en Santander ciudad y nos da un repaso de envidias por sus importantes calles. ¡ Que si, José Antonio, que es una gran ciudad!. Toda ella, tiene un gran señorío, los edificios, los comercios…y sus gentes. Se nota que el vil metal, circula en abundancia por sus calles.
El jefe del batallón ordeno ¡ pie a tierra!. Nosotros obedientes, corrimos buscando un abrevadero para evitar las iras del Maligno.
Realmente la ciudad, es hermosísima. Las callecitas cercanas al Ayuntamiento y a la Junta, están llenas de grandes y pequeños comercios que hicieron las delicias de las señoras y el tembleque de las tarjetas de crédito. ¡ Como lo pagas con la tarjeta, querido…! es la ocasión única, en la cual me llama querido mi ama.
Les envidio la calidad de los productos, ellos me envidiarían a mi, los precios. Estamos en empatados.
Pasamos a un mercado de abastos. Curioseamos los tipos de pescado y la mucha calidad de sus carnes…¡ que carnes se veían por la calle!, ¡ Emilio, mira para acá!.
Desde el mercado, vuelta al bus y regreso a la pitanza.


A las 14:00, llegamos a Suances. Llegamos como el ganado –con perdón-, cuando el guía del rebaño, ve el agua o pastos frescos.
Ni mujeres, ni niños, ni abuelos…ni la madre que los…HAMBRE.
Como nos tuvieron de secano toda la mañana, salvo honrosas excepciones, ahora nos pusimos en buen remojo, ante un plato repetible de fabes, de los vecinos de al lado.
¡ Veremos si no se nubla…y truena!.
Alas 16:00, salimos hacia Comillas.
Tampoco esta lejos; como Santander, mas o menos.
El autobús nos dejo en una calle en la cual, a mano izquierda, la Universidad Pontificia, a mano derecha el Palacio de Sobrellano, la Cripta y mas adelante, El Capricho..
Nos fue informado que la Universidad, se esta hundiendo. Durante un tiempo, fue seminario por darle utilidad pero ahora, solo hay ratas.
La orden religiosa que se hizo cargo, al pasar el tiempo y desaparecer las influencias políticas que había, lo ha dejado abandonado.
Se edifico con el patrocinio de don Antonio López López. Era hijo, de una señora que vendía pescado y que la leyenda negra dice,
que en su condición de indiano, traficando con esclavos, se gano sus buenas pesetillas.
En Comillas en aquella época, se levantaba una teja y salía un Arzobispo. Por ello se la llama la Villa de los Arzobispos…mire usted.
Esto unido a que Alfonso XIII, pasaba por casualidad por allí, la nobleza prospero, al unísono que la Iglesia, mas mire usted, y la belleza del pueblo en sus construcciones, aumento muchísimo.
Gaudí, en sus primeros años, entro al trapo y diseño un raro y bonito edificio: El Capricho. Realmente, hace honor a su nombre.
Si hubiese sabido lo que ocurría después, habría dicho que nada de caprichitos.
Durante el tiempo que el Rey Alfonso descastaba la caza por aquellos andurriales, la población fue a mas. La nobleza fue acercándose al querer, que es para lo que sirve la nobleza, y fue haciéndose grandes mansiones blasonadas, y holgando en la buena vida.
¡ Pero, amigo!, o se acabo la caza, o se acabo la pólvora del rey, y entonces empezó la decadencia de nobles y pueblos.
Mi mente simple, así lo ve. ¿Estaré lejos de la realidad?.
Volviendo al pobre Gaudí…, su Capricho, cuando empezó la decadencia, algunos se encapricharon, nunca mejor dicho, de sus piedra y mosaicos. La barbarie con los años ha encontrado la solución: Vendérselo a los japoneses para hacer un restaurante. Lógicamente, con derecho de admisión.
Si mal estaba que se hundiese, mal esta que pase a manos privadas y solo los poderosos, podrán disfrutarlo. Poco se ha avanzado en este tema.
Con el edificio de la Universidad…¿qué pasara ?…¡yo que se!.
El Palacio del Marques de Comillas o de Don Antonio, lo vimos de la misma manera que el de Santander, de lejos. Cerrado.
El pueblo, que si se podía ver sin pagar y estaba abierto, las calles del centro estaban levantadas, mire usted que suerte, y de la mejor manera posible, hicimos su visita.
No es critica lo que digo contra el pueblo, no; me pareció un bonito pueblo y la gente para mi, tiene esa galanura que exige que vuelvas por allí. ¡ Anda José…no tendrás queja, majo!.

Regresamos al Hotel en Suances. Pelin mosqueados. No levantamos cabeza. Cenamos, como si la comida tuviese la culpa.
A las 22:00, se acabo lo que se daba….
El personal del Hotel, retiro las mesas y sillas…????
Un gran cestón, apareció en el centro del salón, mas ?????????
¡ Disfraces de carnaaaaaval ¡
Cada persona tomo la ropa que le convino…¡ que gana de juerga que tiene la gente!. ¡ Yo soy gente!.
A mi , mi santa, me arreo uno de conejo…¡Joopeee, que yo no tengo cara de gazapo…!, ni la zanahoria me faltaba!. Dos grandes orejas, tropezaban con la lámpara de forja de veinte luminarias, -que alumbraba el salón-, cuando bailábamos.
Ella se puso uno de Alicia – Abatilli, no-, de aquella del país…; una gran maravilla, lucia en su pecho.
Mientras bailaban, el jodido conejo, pasado ya de zanahorias o de cubatas, se empeñaba en comerse la maravilla de Alicia y ella se defendía, tirandole de sus enoooormes orejas.

A las cuatro de la madrugada, Alicia, se marcho a su país; el conejo, busco afanosamente su madriguera llevando en una de sus manos, una preciosa maravilla.
El lindo conejo mientras duerme, sonríe feliz.

Emilio

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