La Iglesia de Nazaret. Vista desde la Plaza.

Es costumbre en este pueblo, que las señoras lleven varias faldas

Las palomas, estan atentas a comer de las bolsas de frutos secos.

¿Me tiro o no me tiro ?, piensa la paloma.

Viaje a Portugal. Sexta Feria. Dia 26 mañana y tarde.
En la mañana presente
con desayuno y con cante,
los compañeros con arte
amenizan el ambiente.

Los músicos, melodías,
los paisanos dan el cante,
y si no llega el señor
que es, nuestro acompañante,
terminamos la jornada
sin salirnos a la calle.

Vuelta a volver con idas
al Nazaret portugués,
que en gran altura se ve
donde las aves anidan.

En una plaza bonita
despejada y con iglesia,
hay mujeres con diez faldas
-que me resultan coquetas-,
y que van vendiendo frutos
secos y dulcísimas piruletas.
Parecen lechugas verdes
por las faldas, las maestras.

Decía que frutos secos
van vendiendo todas ellas,
mientras las listas palomas
les afanan lo que pueden,
de alcahuetes o de almendras.

Asomados al vació
que a esta plaza rodea,
al fondo se ven las casas
con la playa, muy desierta.

Arena fina y muy limpia
de agua fría se llena,
pues este mar solo en eso
produce al bañarse pena.

Comida en gran restaurante;
vemos personas enfermas,
que con muletas o sillas
de Fátima, se dan la vuelta.

Se ven casos muy sentidos
que nos provocan la pena,
y que con gran ilusión
en una silla de ruedas,
siguen pidiendo un milagro,
algo imposible en la tierra.

Terminamos de comer;
a Fátima continuamos
y en ese sitio encontramos,
el negocio, del amén.

No quiero contar nada
por aquel que tenga fe;
dormitando un poco tiempo
cenamos, en el Hotel.

Emilio.